Se observa en las Áreas de Compostaje Comunitario de Hortaleza ya en marcha, instaladas por el ayuntamiento a petición de un colectivo de personas en anteriores ediciones de los presupuestos participativos, que son lugares donde la CERCANÍA, en el más amplio sentido de la palabra, no solo es un beneficio para bajar los índices de contaminación y para acercar a los ciudadanos el lugar del vertido de estos desechos y la posibilidad de su reutilización, sin desplazarse largas distancia, sino que también son lugares que generan CERCANÍA entre las personas, generan comunidad. La participación y apoyo de los vecinos al proyecto piloto iniciado con anterioridad, nos está demostrando la sensibilidad de la población en general hacia los problemas medioambientales y un cariño por la tierra que ha sido heredado y que descubren como un lugar donde romper el
aislamiento, enrredarse y enrredar.
El proyecto ofrece diversas maneras de aportar tiempo, en la medida que cada uno decide cuánto y cómo lo aporta; encontrando entre todas propuestas y soluciones para su desarrollo y hacer frente a la erosión del medioambiente y el ecosistema que nos afecta directamente a las personas.
Las áreas están sirviendo de apoyo mutuo entre vecinas, además de potenciar, a través del ciclo que genera la reutilización de desechos, vínculos con otros colectivos de personas o iniciativas como son los huertos comunitarios, o los hogares de cada persona, a través de la reutilización del compost para plantas o jardines.
Valoramos en cuanto a perspectiva de género la colaboración con UDCs, que trabajan con personas en programas de inserción laboral, gran parte de ellas mujeres, para intentar paliar la feminización de la pobreza. Generamos así espacios de empoderamiento económico o nuevos espacios de relación para su apoyo personal.
A pesar de los esfuerzos sociales y educativos por incidir en el reparto de las tareas, evidentemente la recogida de residuos orgánicos en los hogares y su depósito en contenedores o en nuestras composteras forma parte de las tareas domésticas y sigue recayendo mayormente en las mujeres. Así, aunque en cada Área hay registradas un número determinado de familias se puede observar que hay un porcentaje de participación muy alto de mujeres de diversas edades. SI tenemos en cuenta, además, que
existe un índice muy elevado de mujeres mayores que viven solas en el distrito, así como el empobrecimiento con carácter femenino, podríamos decir que este proyecto puede impulsar y se puede constatar que ya está potenciando redes de apoyo, acompañamiento y conocimientos personales técnicos sin tener que alejarse mucho del hogar y sin quedarse en el aislamiento, a la vez que también genera encuentros entre familias diversas.
Con un poquito más de tiempo del que se tarda en echar los desechos a las composteras, las vecinas se reúnen para coordinar las Áreas, mantenerlas, regarlas y limpiarlas, plantar plantas en sus inmediaciones y conocerse, hablar con los vecinos que se acercan y que les suscita interés, generándose así vínculos de proximidad, en las que unas personas están conectadas con otras y van aprendiendo a desarrollar los objetivos del proyecto de manera lúdica, sin restar lugar ni valor al desarrollo del trabajo de las UDCs que es necesario para ir equilibrando las labores de mantenimiento, asegurando así la continuidad y futuro de proyecto de
manera compartida.
En el desarrollo de talleres al aire libre o momentos de recogida de compost y cribado, observamos que son espacios dónde los niños y niñas disfrutan en contacto con el compost, y conocen utensilios y formas de relacionarse con la naturaleza que hoy en día son difíciles de encontrar en nuestras ciudades. En estas actividades las familias heteronormativas, unifamiliares o monoparentales encuentran un lugar de esparcimiento y conexión con la naturaleza que generamos dentro de la ciudad, cerca de sus hogares, aprendiendo a convivir en colectivo. Diríamos, de forma simbólica, que empezamos a plantar semillas de reconexión con la naturaleza.
Las tareas de coordinación y gestión de las Áreas, así como la difusión a través de talleres dejan espacio también a las personas que quieren implicarse de manera más teórica. Es un proyecto que incluye a cualquier ciudadana sin distinción de clase, raza o sexo. Abre un espacio ante los problemas habituales de conciliación de tiempo, por la cercanía ya mencionada. El proceso por el cual compostadoras y compostadores, coordinadoras y coordinadores, en una suerte de relevos y reparto por áreasen el que a su vez van introduciendo y enseñando a las nuevos compostadores, da lugar a una formación de manera experiencial que
permite a las mujeres ir cogiendo habilidades para ocupar espacios de representación y gestión, en ocasiones vetados para ellas por conflictos con la conciliación, ya sea solas o acompañadas. La cercanía genera tiempos asequibles para conciliar las horas de trabajo y las de ocio. Salir a tirar los residuos es salir a dar un paseo.
El disponer de diferentes puntos cercanos de ubicación de las áreas, también da la oportunidad de elegir en cuál de ellas compostar por sentirse más a gusto o mejor acompañada. Creemos que esta posibilidad también
tiene un componente de protección autoreguladora en casos de conflicto por razón de género, a su vez consideramos que es una razón más que apoya la solicitud que hace la Asociación de Compostaje Comunitario de Hortaleza con el fin de acercar más las áreas a cada espacio de los barrios de nuestros distrito. Tener dos espacios a una distancia prudencial, sería nuestro objetivo final. Consideramos que si la vecindad tiene más opciones donde compostar se amplían, a su vez, las posibilidades de conseguir la
sostenibilidad y el cuidado de nuestro ecosistema a través del cuidado propio.